paz puesta en bandeja de plata, acató la encomienda de algo tan sagrado, y así como dio comienzo a la construcción de sus nuevos aposentos, emprendió la obra de la construcción del Templo.
Durante su reinado, Salomón se encargó de edificar, modernizar, humanizar, hacer de su cargo un ejemplo, guiar a su pueblo y en el ínterin les dio cátedra de sapiencia. En su reinado todo daba la impresión de existir para servirlo, y casi no había gesto o semblanza que no estuviese dispuesto para la defensa de su poder y hasta nos atreveríamos a decir que hasta de sus placeres. Durante los años que reinó, su reino estaba a siglos de distancia de los otros, la vida bullía en voz baja, pero aceleradamente, los logros que se alcanzaban en las artes, ciencias, o mismo en la agricultura dejaban ver un poder que sobrepasaría el milenio, sin embargo, la realidad como veremos más adelante fue otra.
Es bien sabido que el Rey Salomón se encargaba en persona de hablar con su pueblo, y muchas fueron las veces que tuvo que hacer justicia, como aquella donde dos madres portando un solo bebé se presentaron a palacio reclamando ambas ser la madre verdadera de la criatura. Ocurre, que una de ellas sin querer durante la noche y en pleno sueño, se movió y aplastó a su criatura. Al despertar a la mañana siguiente descubrió que sin querer, ella, la había asfixiado, tomó al hijo de la otra mujer, quiso cambiarlo y quitárselo. La verdadera doliente a su vez, al darse cuenta de lo ocurrido, estando ante el Rey, defendía su maternidad con todo vigor. Al permitírseles hablar, las dos mujeres contaron el problema a su manera. Ante esta disyuntiva el Rey con toda la seriedad que el caso ameritaba, les dio la razón a ambas, decía que era difícil reconocer a la verdadera madre por lo tanto dijo que iba a hacer justicia. Tomó al niño y blandiendo su espada dijo que cortaría a la criatura en dos y le daría una parte a cada una de las mujeres para así complacerlas. La verdadera madre, soltó el llanto y dijo que no lo matara, pidió clemencia por la criatura, dijo preferir le fuera entregada el niño a la otra mujer, pues ella no quería ni podía permitir el sacrificio de su hijo. Al ver el Rey el comportamiento de una y la apatía de la otra mujer a la que eso no le hubiese importado, de inmediato hizo sentencia y entregó la criatura a su verdadera madre. En otra ocasión recibió el reclamo de muchas mujeres que adelantándose a los acontecimientos en el tiempo demandaban la igualdad con el hombre. Ellas en su reclamo pedían el mismo trato. Estaban cansadas de los castigos y sacrificios de las mujeres, de la libertad del hombre y hasta de las penas de muerte por la simple infidelidad, que en algunas oportunidades fueran descubiertas, y peor aún, hasta a veces por la simple duda de haber cometido adulterio, cuando era notorio que a ellos, los hombres, no se les culpaba por esto.
Salomón dijo querer complacerlas y les dio una oportunidad y convidó a todas aquellas mujeres para que al otro día se presentaran en palacio con una vasija llena de leche, éste, sería el primer paso intentado en la historia para favorecer la liberación femenina. Cientos de mujeres se presentaron en palacio, al llegar se les ordenó que volcaran su leche dentro de una vasija mayor que estaba depositada en el centro del salón real. Cuando todas habían cumplido con este pedimento, Salomón les habló.
Estamos aquí reunidos porque ustedes, las mujeres piensan que se le debe de dar la misma libertad que a los hombres, bueno, dijo: ahora tendrá permiso real para
comportarse igual que un hombre, toda aquella mujer que pueda sacar de esa vasija la misma leche que ella trajo. Las mujeres vieron el imposible, entendieron, no se podría sacar la misma, pues se había mezclado la leche y no se podía saber de quién era cuál.
Entonces al ver que seguían protestando, El Rey dijo: cómo podríamos estar seguro de la paternidad de alguien si la madre se mezclara con uno y con otro. Una cosa sabemos con certeza y es que la maternidad no tiene dudas. Las mujeres aceptaron la lección y no se volvió a hablar más de este tema hasta hace apenas unos dos o trescientos años.
Y pasaron los tres años y medio de la construcción del Arca de Salomón y entonces el Rey llamó a sus consejeros y capitanes e hizo una lista de cuales serían las esposas que irían al exilio, o a lo que él llamó a la conquista de nuevas tierras para el engrandecimiento del reino. Entre sus súbditos fenicios tomó a uno de sus capitanes más famosos, Melquíades y le encomendó guiara a sus mujeres, a algunos de sus soldados y ordenó tomara tantos marineros egipcios como quisiese. En el viaje, Salomón lo enviaría acompañado de uno de sus primos, para así contagiar a las mujeres con tranquilidad toda la travesía, pues pensó que esto les daría un poco más de seguridad.
Cuando se supo que la nave estaba lista, comenzó a verse como la ciudad vibraba, estaba como en una ebullición, aquél fue un mes repleto de fiestas y alegrías, los negociantes hacían su agosto, con todo lo que les era ordenado, cada día se agregaban nuevas necesidades a lista, a decir por la cantidad de cosas y los pertrechos que ya llevaban, poco sería lo que les podría hacer falta. Centenares de cabras, ovejas, gallinas, colchas para resguardar el frío, hierbabuena, canela, hojas secas de te verde, nuez moscada, garrafas y garrafas de vino, aceitunas, verdes y negras, agua, mucho agua, etc., a cada mujer por su propia cuenta se le permitió llevar sus ajuares completos, e inclusive podía llevar a una o dos de sus esclavas preferidas; baúles y baúles se fueron amontonando y subiendo a bordo. La verdad, es que podríamos ir al pasado, inventariar y detallar lo encargado y cargado para la travesía, pero sería un espacio de tiempo que no vemos fructífero, por ello, lo mejor es parar de contar y dedicarnos a dejar correr el tiempo.
Pero como todo en la vida, el mes llegó a su final y el día escogido fue acercándose, ya era el momento de partir, muchas de las esposas lloraban, pedían perdón, demandaban clemencia, prometían rectificar. Esto no hacía más que incrementar las dudas en el Rey, se podía comprender que algo anduviese mal. De cualquier manera eran tantas las otras esposas que quedaban y que había que satisfacer, que el cargo de conciencia duró muy poco. Diría que apenas los marineros comenzaron su trabajo y la gente gritó canciones de despedida fue como una señal para dar por terminado el episodio de la partida.
Hablamos de un viaje como si se tratase de alguna fantasía, como si estuviésemos tocando los acordes descontrolados de una mente imaginativa, cuando la realidad fue otra, no nos referimos a un supuesto por exclusiva decisión nuestra, cuando nos basamos en que ése fue todo un hecho, lo hacemos por las pruebas que iremos presentando a continuación y de igual manera, rememorando lo ya dicho por el profeta Ezequiel, quien vivió cientos de años antes de Cristo, cuando en sus relatos hablaba de los Tirios a otros mundos. Pero debemos seguir con nuestro barco, o mejor dicho, el de Salomón el cual era imponente, sus velas, enormes para el momento histórico que estamos narrando, dejaban boquiabiertos a los ciudadanos, unos por ese motivo, otros por ver como a las reinas se las mandaba allende las fronteras. Entre la población se mezclaban sentimientos confusos, unos de alegría, suspenso, tensión, temor, respeto, y todos estos regidos por el de la obediencia.
Mientras los marineros soltaban las amarras, suponemos bajo la orden a seguir, algo así que hoy llamaríamos como si hubiesen dado la orden de levar anclas, se
escuchaban lamentos, gritos. Músicos que se encontraban en el puerto dieron comienzo a muchas y variadas piezas musicales, que sirvieron como despedidas, y así se respira esa como otras muchas veces más tarde, una mezcla de llantos y canciones. Se comenta que el Rey se había retirado a sus aposento, se da a entender que no pudo ver el cuadro, probablemente quiso omitir en parte un poco la pena. Aunque hay versiones que dejan verlo que a hurtadillas, se asomaba desde los balcones de palacio.
La nave, enorme en comparación con otras de la misma época, por las dimensiones con que había sido construida, al irse alejando, iba mostrando lo pequeña que se convertía, al irse acercando a lo grandioso de la creación. En la medida que el viento la llevaba, de a poco se iba alejando del puerto y reduciendo en el horizonte la silueta del barco y de sus velas; era como algo soñado, no daba la impresión de ser un hecho real. Y así más de tres años de ardua labor, en pocas horas, la gente vio como la misma desaparecía en el horizonte.
En Palacio se podía sentir un ambiente cargado de tristeza, a ratos daba la impresión de un probable arrepentimiento de parte del Rey, al darse cuenta de esta posibilidad, uno de sus ministros, hizo que todo cambiara, mandó a músicos, bailarinas y payasos para que dieran inicio a sus presentaciones y en nada, un ambiente festivo aunque un poco forzado fue adueñándose de los salones. Las odaliscas contorsionaban sus caderas como nunca antes, y los payasos, sabiendo de un posible mal humor de su rey dieron de sí, lo máximo, mostrando nuevos números, haciendo gala de un repertorio humorístico y dejando ver que la risa es el remedio más rápido para erradicar la tristeza.
El día fue tornando hasta llegar a una normalidad acostumbrada. Ese día en especial la extraña luz de una tarde que parecía de noche, dejaba ver algo la pérdida, el dolor, hasta el mismo cielo quiso dejar constancia de su disgusto, puede ser según se exagera que durante la noche llovió, que el cielo lloró a sus mujeres. La servidumbre diría en un día como hoy, que los retratos de las mujeres se irán marchitando en las