Viviendo B?blicamente Como Jes?s Durante Un A?o… Y Por La Eternidad
La Biblia es el libro más famoso del mundo, el más leído, el más aclamado, el más criticado, el más perseguido, el más cuestionado, el más obsequiado y también el más vendido; por lo que sin temor a equivocarnos podríamos calificar a la Biblia como “El Libro de los libros, el Best Seller de todos los Best Sellers”
La Biblia es considerada por el pueblo hebreo y por el mundo cristiano, como la Palabra de Dios, la luz y la Verdad. Sin embargo, la Biblia ha causado más división que unión. De hecho, hay más de 38 mil diferentes grupos o denominaciones eclesiásticas, cuyos teólogos, eruditos e investigadores, interpretan la historia, las doctrinas y las profecías bíblicas de diferentes maneras, como por ejemplo de forma simbólica (figurativa) o de forma literal.
El excepcional periodista y escritor A. J. Jacobs, describe en su fascínate libro “The year of living Biblically” su experiencia al tratar de vivir lo mas literalmente posible las enseñanzas de la Biblia durante un año. Jacobs, además de no afeitarse y de vestir ropas de la época, tuvo que lidiar con serios problemas de orden personal, familiar, social, mental y espiritual. Imagínese a este genial periodista -que se autocalifica como agnóstico oficialmente Judío- tratando de vivir en el siglo veintiuno, de la misma forma que vivió Moisés, Daniel, o algún otro Israelita hace 3500 o 2000 años atrás.
Jacobs tendría que comer, beber, vestir y comportarse sin apartarse ni a diestra ni a siniestra de los diez mandamientos, ni de los miles de ritos y ordenanzas ordenados por Moisés. Imaginemos a Jacobs tratando de apedrear a algún adúltero en alguna metrópoli de cemento, donde tendría que enfrentar problemas de índole legal y práctico, especialmente en ciudades donde escasean las piedras y sobreabundan los adúlteros.
En su genial libro, Jacobs relata su frustración al no poder cumplir al pie de la letra el decálogo, especialmente al darse cuenta que la mentira se enreda a cada paso con la verdad, que los deseos naturales se enfrentan con la prohibición de codiciar, que los ojos humanos se entrecruzaban con los de sus prójimos, que los apetitos y los gustos se enfrentan constantemente con las dietas bíblicas, además, Jacobs tendría que amar como a sí mismo a su prójimo, sea éste familiar o extraño, sea Judío, gentil, o cristiano, o aun cuando el prójimo sea un potencial enemigo.
Al igual que Jacobs, millones de creyentes se pasan la vida tratando de cumplir la ley de Dios y las enseñanzas bíblicas, y el resultado natural es frustración, angustia, desesperación y desanimo. Porque los deseos de la carne son más poderosos que los del espíritu. Al igual que el apóstol Pablo, podríamos decir: que miserable que somos, quien nos librará de este cuerpo de muerte, que no hace el bien que queremos, sino el mal que no queremos.
Muchos creyentes nos pasamos la vida tratando de ganarnos el respeto de Dios y de nuestros prójimos, pero nos agotamos en esos desgastadores y vanos esfuerzos. Tratamos de imitar al “ejemplo divino” en lugar de caer a sus pies y pedirle perdón por haber pretendido llegar a ser como Dios, en lugar de aceptarlo como sustituto. Jesús no es nuestro ejemplo, es nuestro sustituto! Es decir que la vida perfecta de Jesús es considerada por Dios, como nuestra vida; Que la muerte de Jesús en la cruz del Calvario es considerada por Dios como nuestra muerte; y que la gloriosa resurrección de Jesús, es la única garantía que a la final trompeta, en un micro segundo, es decir en un cerrar y abril de ojos, nuestra vida corruptible y mortal será trasformada por Dios en una vida incorruptible e inmortal.
La Biblia fue escrita para que Jesús la cumpliera al pie de la letra. La Biblia No fue escrita para que nosotros, sino para Jesús. Nuestra misión es escudriñar las escrituras para encontrar a Jesús esperándonos escondido de tras de cada precepto, perfumando cada mandato y doctrina, y adornando cada libro tanto del nuevo como del antiguo testamento. Jesús dijo que las escrituras dan testimonio de Él. Jesús también dijo, de mi escribió Moisés, de mi escribieron los profetas y de mi escribió David en los Salmos. Jesús vino a cumplir la ley y los profetas.
La ley de Moisés ordena perfección absoluta, justicia inmaculada y santidad total. Jesús es nuestra perfección, nuestra justicia y nuestra santidad. Descansemos en él y disfrutemos respirando la atmosfera del cielo al escudriñar cada día la palabra de Dios.
El genial escritor A. J. Jacob ha contribuido con su experimento a demostrar en forma graciosa, que es imposible para un ser humano cumplir con la ley y los profetas. Es interesante que Jacobs culmine su libro reconociendo, que aunque su misión imposible concluyó como un éxito literario, también le ayudo a ser una mejor persona, ya que ahora Jacobs se considera una persona más agradecida, más tolerante, más feliz, más espiritual, y menos individualista. Ahora se considera un “agnóstico reverente”
Cuando Jacobs y cuando nosotros nos enteremos que la Biblia no fue escrita para nosotros, sino para que el Mesías, estoy seguro que Jacobs se considerará un “ferviente creyente” y nosotros nos transformaremos en seres agradecidos y felices al disfrutar de una amistad personal con Dios el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.
Viviendo públicamente como “Jesús” durante un año
Motivado por la lectura del libro de Jacobs, el pastor Ed Dobson recientemente intentó vivir como Jesús por el periodo de un año. En su fascinante libro, Dobson relata su odisea al tratar “infructuosamente” de ser como Jesús. Aunque Dobson sinceramente trató de vivir como Jesús: comiendo como él, vistiendo como él, hablando como él, dialogando como él, predicando como él, interiormente pensaba como hombre, anhelando cumplir su misión imposible lo ants posible, para comenzar a “disfrutar” de la vida de hombre: haciendo y comiendo lo que a los “gentiles” les gusta. Al igual que el apóstol Pedro, Dobson se dio cuenta que “podía caminar sobre las aguas” pero solamente por unos pocos segundos. Dobson, al igual que Pedro, y que cualquier otro hombre, pronto clamaría: Sálvame porque parezco. Desde Adán hasta el más recientemente nacido fracasaran en el intento de vivir como Jesús. Solamente Jesucristo podría vivir como Jesucristo!. Jesús no vino para ser nuestro ejemplo, sino nuestro sustituto. Es decir, que Jesús vino para vivir en mi lugar, y no para que yo viva en lugar de él. El vivió nuestra vida y murió nuestra muerte, para que nosotros tengamos vida en el. El es el camino, la verdad y la vida, nadie va al Padre, si no es por él. Al concluir su fascinante libro, Dobson recapacita sobre su fallido intento de vivir como Jesucristo, reconociendo que su colega el pastor Jim tenía razón, cuando le dijo: que aunque se deje crecer la barba, se vista como nazareno, coma como israelita, guarde el sábado como hebreo, y observe las fiestas y festividades judías, estaría cambiando únicamente su apariencia exterior y no la interior, puesto que no dejaría todas sus posesiones terrenales, ni se alejaría de su familia, ni pasaría 40 días ayunando en el desierto, ni viviría rodeado por doce apóstoles, y sobre todo no podría caminar por los valles de dolor, sombra y muerte del Getsemaní al Gólgota y sobre todo a la cruz.
Recuerdo que mi gran amigo Donaldo (Coco) Sicalo me contó su frustración y enojo al no poder ser como Jesús, cuando siendo él un niño, su madre le recordaba que Jesús no hacía nada de todo lo que Coco naturalmente hacia. La mamá de Coco y la mía, sinceramente, y con muy buenas intenciones espirituales, trataban de colocar a Jesús como un ejemplo a ser seguido, y no como un amigo, salvador, redentor, libertador y sustituto. De manera que Jesús se convirtió en un ser muy molesto tanto para Coco, como para mi, hasta el día que comprendimos que el niño Jesús fue perfecto, para que nosotros seamos perfectos en él.
Reposemos en Jesús, no vivamos bajo el obsesivo y hasta compulsivo impulso de padecer de OCD (Obsessive-Christianity Disorder). Jesús no es nuestro ejemplo, es mucho más que un mero ejemplo, ¡es nuestro Dios y sustituto! (1 Corintios 1:29-31). El vivió por nosotros, el murió por nosotros, el resucitó por nosotros. A él sea dada toda la gloria y toda la honra, por todos los siglos de los siglos, amen.
Viviendo treinta y tres años como hombre
Jesús nació como un humilde ser humano en un pesebre de Belén, creció como cualquier otro niño en Nazaret, aprendió a leer y a escribir, aprendió el oficio de carpintería, y sobre todo tuvo que aprender y aceptar por fe, que él era el Mesías, el Hijo de Dios, el libertador de la esclavitud de Egipto y el gran libertador de la esclavitud del pecado y de la muerte eterna. Leyendo las Sagradas Escrituras se enteró de su misión redentora como Emanuel: Dios hecho hombre.
Viviendo por la eternidad junto a Jesucristo
Después me mostró un río limpio de agua de vida, resplandeciente como cristal, que salía del trono de Dios y del Cordero. En medio de la calle de la ciudad, y a uno y otro lado del río, estaba el árbol de la vida, que produce doce frutos, dando cada mes su fruto; y las hojas del árbol eran para la sanidad de las naciones y no habrá más maldición; y el trono de Dios y del Cordero estará en ella, y sus siervos le servirán, y verán su rostro, y su nombre estará en sus frentes. No habrá allí más noche; y no tienen necesidad de luz de lámpara, ni de luz del sol, porque Dios el Señor los iluminará; y reinarán por los siglos de los siglos (Apocalipsis 22:1-5).
Recordemos siempre que: La salvación pertenece a nuestro Dios que está sentado en el trono y al