se podía apreciar en primer plano. Era una especie de muestrario de modas, que servía a propios e invitados para actualizar y generar un despertar en sus gustos. La música se vivía en cada rincón y se ocupaban de ella, los mejores intérpretes venidos de lejanos países, mujeres vestidas de odaliscas despertaban los deseos en los hombres y ayudaban en la instrucción de ciertos movimientos a las demás mujeres. El Rey aprovechaba estos ratos para dar una vuelta a la mesa y de esa manera al detenerse frente a una de sus esposas, mostraba que ella era la escogida para la noche, era su manera de hacerle saber la intención de pasar una velada con la elegida. Eran esos los momentos en que cada una sacaba a relucir sus mejores sonrisas, único modo posible de llamar la atención del Rey. Ese día que pareciera el de una celebración, estaban todas alegres, ninguna de las mujeres podía imaginar el verdadero motivo de la fiesta, pues de haberlo hecho no se hubiesen quedado de brazos cruzados. Es más esto que Salomón estaba planeando hacer con el barco era algo que solamente él conocía, ya que en ningún momento compartió su secreto con sus asesores.
Salomón era un hombre concienzudo y trabajador, trataba de cumplir hasta con obligaciones que eran ajenas a su investidura, pero él prodigaba con el ejemplo, tomaba cada caso con la mayor importancia y sus sentencias son ya conocidas por su justicia y ecuanimidad. Verlo en esos momentos comandando al nuevo ejercito de obreros, generaba un sentido de confianza en su criterio. De alguna manera durante esos años mucha de su gente, a escondidas, lo llamaban “Dios”, porque estaba en todas partes; bien supervisando la construcción del Templo, su propio palacio, su barco, o analizando el lugar que en un futuro sería el aposento más sagrado sobre la faz de la tierra, el llamado Santo Sanctórum.
Hay ciertos datos que deberíamos anotar de nuestro ya tan comentado Rey Salomón (970-936 a.C.) pues el reinó durante 34 años, siendo el segundo hijo de David y Betsabé y tercer rey de Israel. Fue una personalidad influyente, yerno del faraón egipcio Psusennes II y amigo del rey fenicio Hiram de Tiro. Su activa política exterior se basó en concertar tratados con sus vecinos para preservar la paz e impulsar el comercio. Llegó a almacenar riquezas fabulosas. Llevó a cabo el proyecto de su padre de construir un Templo. Sus operaciones militares fueron sobre todo defensivas, fortificando ciudades y reforzando el ejército. Su famosa sabiduría consistía en un gran sentido común con grandes dotes de comerciante, estadista y guerrero. Esta fama creció después de su muerte cuando siglos después fue admirado por musulmanes y judíos por igual. Su reino fue desmembrado tras su muerte (936 a.C.). Con el incesante crecimiento de su harén, oficiales y servidores, su gobierno degeneró en la explotación y la esclavitud de sus súbditos.
Aunque se cuentan de él muchas historias, y algunas de ellas se mezclan con los
mitos, el Rey Salomón acostumbraba en persona ir a ver el desarrollo de sus construcciones, lo hacía muy a menudo, para ello, salía con una gran comitiva de
ministros y guardias de honor. Se dice que de vez en cuando bajaba a su pueblo. Si, al pasar por ciertos lugares mandaba detener su carroza y en persona miraba y supervisaba los mesones con frutas, al igual que las verduras y otros alimentos secos que de manera orgullosa ofertaban los mercaderes a la población. Salomón fue sin duda alguna un hombre antes que un Rey, y luego podríamos agregar que fue un Rey para los hombres.
Hablamos de una manera simple, y lo hacemos al decir que se impartió la orden de dar comienzo a la construcción del barco, pero creo que deberíamos detenernos en este punto y ver la complejidad de la obra en sí. El lugar en que se decidió hacer la construcción estaba ubicado a la orilla del mar. El astillero requerido para tan gran obra, hizo movilizar a varios pueblos, la mano de obra requerida era de todo tipo, desde cargadores, calafateadores, carpinteros, costureras, pescadores, gente que se ocupara de la alimentación, la logística y no podían faltar albergues y gente que cubriese el entretenimiento. La majestuosidad de la obra en si, hizo temblar a propios y a extraños, era un sentir colosal, como el repetir la construcción de la Torre de Babel, algo que fue visto a los ojos de Dios como perverso, como un reto del que todos sabemos el pueblo judío fue castigado con la multiplicidad de las lenguas, lo que dificultó y detuvo la obra.
Este temor, entre el pueblo, sabios y profetas llenaban de dudas en si se debía o no permitir tal construcción, los argumentos de Salomón eran muy claros y contundentes, si la Biblia daba tantos detalles en lo referente a la construcción era porque de alguna manera Dios estaba dándoles alas a su pueblo para volar.
Qué asumía en su mente Salomón, eso era otra cosa, para hoy poder entender su
posición, debemos compenetrarnos con la situación reinante. Trataremos de ser un poco claros, entraremos de lleno y sin preámbulos en lo que era motivo de inquietudes y que le quitaba el sueño a nuestro Rey. Cuando se remonta en la historia casi tres mil años, se encuentran cosas y acciones, que nos pueden parecer ilógicas, y hasta podríamos no entender, más sabemos que en esa época, cumpliendo con las leyes religiosas, se castigaba con la muerte a mujeres infieles; luego de haberse demostrado o por lo menos tras estar conscientes de su falta, se cumplía con el castigo a pie de puntillas, y se llevaba a la infiel a la puerta principal de la ciudad, por costumbre, en su ala izquierda, en las paredes colindantes a las Puertas de Oro, el pueblo tomaba piedras y así daban cumplimiento al sacrificio de esa mujer. Hemos sido temerarios y comenzamos a suponer que el Rey sabía o por lo menos suponía que alguna de sus tantas mujeres no era fiel, bien sea en lo físico como en lo mental, cualquiera de estas causas, fue motivo principal de esta posibilidad era que casi en ningún caso fue un amor verdadero el que hizo llegar a
feliz término dichas bodas, ya que muchas de ellas se realizaron sin conocer o haber visto a sus consortes. Otros motivos podríamos inventarlos pero nada ganaríamos con ello. De lo que estamos conscientes, es que el Rey se vería en una situación desconsiderada si se lograba demostrar que alguna de sus esposas le era infiel y además peor aún si se tuviese la necesidad de sacrificarla a pedradas. Esto sería impensable y de haber sucedido no se podría conocer el daño que podría causar al trono y a la misma población. Todo, sin además, tomar en cuenta que esta acción obligaría a más de un padre a solicitar audiencia y clemencia por su hija o hijas. Ya que en algún caso alguna de sus esposas pudo estar acompañada de una de sus hermanas.
Ahora que ya estamos entrando en materia, cuando nuestra novela nos grita sin consuelo que ya es momento de dar a conocer detalles, y queriendo darle el color de la verdad, debemos dar comienzo y compartir con ustedes los descubrimientos dentro de la lengua indígena que logró nuestra amiga Anita Alfón y así se facilitará lo que vamos a explicar. Emplearemos para esto la fonética, la indiscutible similitud en la pronunciación y el significado de los nombres en hebreo, su traducción y su por qué nos facilitará enormemente la debida explicación de cada caso. Para facilitar un poco, daremos comienzo a la palabra Amazonas; en aquellos tiempos como en estos mismos en que estamos viviendo, cuando una mujer no era fiel, se le llamaba en hebreo: “Zoná” (prostituta), y cuando se quiere o quería hablar de un pueblo, en hebreo se dice: Am. Que nos encontraremos si llegásemos a unir estas dos palabras, o sea si descubrimos que no era una mujer solamente sino varias las esposas que generaban dudas y que podrían ser Zoná (infieles y por tanto prostitutas). Entonces es posible concebir que en un momento
de rabieta dudas o simplemente de celos, el Rey Salomón se expresara de varias de ellas como el pueblo de las putas. Las Am a Zonas, las Amazonas. Y es de allá mismo de dónde vamos a tratar de demostrar el origen de la Reina de Sabáh.
Es indiscutible que un hombre con la sabiduría del Rey Salomón tratara de salvar
las vidas de sus supuestas esposas o concubinas infieles o de alejar de sus aposentos y de su ciudad a aquellas otras a las que de alguna manera ya no les tuviese afecto. Lo creíble es que teniendo un barco grande y a sabiendas que Noé duró en la travesía trescientos setenta y un días, algo debería de haber más allá de sus costas, por lo que no dudó en que al mandarlas al destierro, acompañadas de fieles soldados y de experimentados marineros que a su vez iban con sus esposas e hijos sería una sana y justa decisión.
Según nuestros cálculos, tomando en cuenta, que bordearon una gran parte del Mar Mediterráneo, de lo que hoy es considerado como Europa, y un buen tramo de África, dando por descontado que el barco no era tan pesado ni tan lento como el de Noé, y que basados en escritos bíblicos en los que se haba de corrientes marinas, sabiendo que ya durante esa época pudieron aprovechar las corrientes y ayudados por vientos que empujaron sus velas a la América y por estudios de la época que demuestran el buen tiempo reinante, pensamos que la travesía duró casi dos meses. No ocurrió entonces lo que aconteció después con Cristóbal Colón y su tripulación, la que luego de un tiempo sin avistar tierra, llena de miedo, y viendo reducidos sus depósitos, los mismos comenzaron a temer por sus vidas, querían regresar y durante varias noches estos se alzaron y quisieron amotinarse. Acá por el contrario, este era un viaje muy bien