Cordero (Apocalipsis 7:10). Cristo es nuestra salvación. La bendición y la gloria y la sabiduría y la acción de gracias y la honra y el poder y la fortaleza, sean a nuestro Dios por los siglos de los siglos. Amén (Apocalipsis 7:12).
Jorge R. Talbot. Biblical research Society
Durante más de treinta años, me he dedicado a la investigación y he publicado numerosos trabajos médicos y científicos. Sin embargo, este es mi primer intento de caminar descalzo por terreno sagrado.
Comencé a «estudiar» las Sagradas Escrituras a los ocho años de edad y he leído la Biblia con diversos objetivos que van de lo superfluo a lo trascendente: desde ganar un concurso bíblico a conocer la verdad o alcanzar la vida eterna. No obstante, tengo que reconocer que he fracasado rotundamente en todos mis intentos, si bien, finalmente y gracias a Dios, he entendido que el camino verdadero de salvación no es una doctrina, sino una persona: Jesucristo es el camino, la verdad y la vida eterna. Nadie va al Padre Eterno, si no es por medio de la atracción del Espíritu Santo hacia Jesucristo.
Ahora, al igual que mi colega el doctor Lucas, he escrito un libro para procurar poner un poco de orden (en mi mente) a la historia de las cosas ciertísimas, después de haber tratado de investigar con diligencia del Génesis al Apocalipsis (cf. Lucas 1, 1-3), a pesar de que, tengo que reconocer humildemente y por adelantado, no soy profesor de Biblia, ni erudito en las Escrituras, ni teólogo, ni experto en Historia, ni literato; simplemente soy un pecador enamorado de Dios que, al igual que los pescadores y recolectores de impuestos de antaño, he intentado escribir un libro acerca del Libro de los libros, con el fin de darle toda la gloria y toda la honra únicamente a Dios.
Actualmente soy director de la Sociedad de Investigación Biblica (Biblical Research Society) y aunque me considero de los pecadores el segundo —para no contradecir al apóstol Pablo— (cf. I Timoteo 1, 15), confío únicamente en la misericordia y en la Gracia Divina. De hecho, ya se han efectuado todos los trámites legales para el gran día de mi Juicio final: el Juez Supremo será mi papá (Padre Eterno), mi abogado defensor será mi hermano mayor (Jesucristo), mi intercesor será el Santo Espíritu; y aun más, el fiscal acusador no estará presente, porque lo han echado fuera (cf. Apocalipsis 12, 10). Entretanto y por adelantado, la Corte Suprema de Justicia me ha dicho: «No temas, cree solamente» (Marcos 5, 36); y ya me han otorgado unas inmerecidas vacaciones de descanso (reposo) para que disfrute acompañado de mi bellísima familia del paradisíaco clima del sur de California.